No consigo dar con la tecla, puesto que son tantas cosas,
tantas cuestiones que abordar, que me resulta muy difícil escribir. Por eso
llamo a este artículo: “letra pequeña”.
Es como si leyéramos un contrato y se nos olvidara siempre;
la letra pequeña.
Aquella que por ser tan
pequeña tendemos a pensar que es menos importante de lo que es, dado que
fija, en muchas ocasiones, las partes “mollares” de nuestra relación con el
cliente.
Gigantes con pies de
barro
En este blog llevo hilvanando durante años lo que a mi
modesto entender podría acontecer en España. Recuerdo un artículo (“Gigantes
con pies de barro”) en el que anticipaba la “fuga” de cerebros representativos
de los partidos políticos mayoritarios. En este artículo desgranaba lo que en
mi opinión estaba ocurriendo por aquellos días en las bases sociales de los dos
grandes partidos: desencanto y desconfianza.En aquel momento se intuía que la aparición de otras opciones podría llegar a materializarse como así ha ocurrido en las últimas elecciones europeas. (Mayo 2014)
Tomar decisiones
A la llegada del gobierno actual, o unos meses antes,
escribí otro artículo en el que ponía de manifiesto que Rajoy tendría que
actuar. Sí o sí tendría que hacer algo y se planteaban dos escenarios;
políticas liberales para afrontar la crisis (con una reducción drástica del
gasto público) ó políticas Keynesianas (con un endurecimiento de la política
fiscal hacia las clases medias que son a la postre las sustentadores netas del
sistema).
Al fin y a la postre, el gobierno de Rajoy tomó medidas
dirigidas hacia la potenciación fiscal con el objetivo de recaudar más para
sostener el nivel de gasto (que por otro lado no se abordó de forma decidida y
ordenada).
Con esta decisión, el PP asestó un duro golpe a la línea de
flotación de su propio electorado (clases medias) apareciendo el descontento y
la desconfianza (otrora atisbada (Gigantes con pies de barro)) con la
suficiente energía como para potenciar y cristalizar el cambio de actitud y
reflejarlo, tal y como hemos apuntado líneas más atrás, en un cambio de
conducta en sus propios votantes. (ver
resultados elecciones europeas (bien absteniéndose bien votando a otras
opciones)).
Desafección
Pero todo esto no viene de ahora, como se piensa o se
analiza en diversos medios, esta tendencia a la desafección política y este
cambio de actitudes viene gestándose desde el 15-M.
Un momento en el que la sociedad española, en su conjunto,
cambió.
Esa nueva orientación la capitalizó el actual partido del
gobierno en las elecciones de 2011 mostrando o intentando mostrar que una
ruptura no era conveniente y que el cambio debía provenir de la “otra” opción;
en este caso el PP.
Sin embargo, en mi opinión, el encargo ha resultado
envenenado, puesto que la lectura de los resultados no se hizo adecuadamente y
las políticas que han impulsado e impulsan al partido del gobierno y al
principal partido de la oposición, no cierran, sino que abren aún más la brecha
con su electorado y con el conjunto de la ciudadanía.
Aquel 15-M cambió la vida en España y la forma en la que se
entendía la política. La sociedad interiorizó la necesidad de cambiar y acomodó
en su pensamiento más “intrínseco” la idea de una regeneración a todos los
niveles.
Sin embargo, los dos grandes partidos leyeron el mensaje a
la inversa y cada uno, a su manera, han tomado medidas con dos objetivos: negar la evidencia y defender lo existente.
No sorprende a nadie encontrarse argumentos por doquier que
justifican y explican de una manera “bondadosa” los pésimos resultados electorales
cosechados en las europeas. Tampoco sobran aquellos que ven en ello un fenómeno
pasajero. Otros, aducen un cambio próximo. Y por último, los menos, piensan que
haciendo que se cambia se puede convencer al electorado.
Y cuando la evidencia es tan grande que ya no existen
argumentos, entonces, abdica el Rey. No digo que dicha abdicación y su
posterior relevo sean consecuencia de la situación política de los partidos
(ellos siguen negando la mayor, o en el peor de los casos (como está haciendo
el PSOE), se inventan un proceso en el que realmente quieren parecer que hacen
pero al final no hacen nada), más bien
creo que es consecuencia del ascenso de opciones y líneas de pensamiento que se
creía minoritarias y que apuestan por una ruptura en el sistema.
Ante esa evidencia incuestionable se ha movido ficha para
cambiar al jefe del estado, como un movimiento de ajedrez. Pero si nos atenemos
a su discurso de proclamación, nace herido, puesto que muestra más de lo mismo
pero con otras palabras. El movimiento que se ha realizado, en términos ajedrecísticos,
es el del “enroque”.
En mi opinión, volviendo líneas atrás, el cambio se está
gestando desde hace varios años, teniendo como punto álgido el 15-M.
Negar esta evidencia e intentar defender lo existente
mediante operaciones de maquillaje interno (como la del PSOE), mostrar
continuidad y rocosidad (como el PP) o un mero cambio de persona (como la
abidcación del Rey Juan Carlos I) no son, a mi modo de ver, más que meros “parches”
que el sistema intenta colocar con la finalidad de mantenerlo como está.
El problema que se está planteando no es menor, puesto que
la sociedad, la tecnología y el mundo cambian muy rápido, y sin embargo, los
poderes, no son capaces de cambiar a la misma velocidad.
Es como si nuestros gobernantes escribieran en piedra
mientras nosotros lo hacemos en un blog.
Este desajuste de tiempos, esta a sincronía es clave, puesto
que está condicionando el devenir de nuestra sociedad. El futuro de nuestros
hijos y nietos.Lo que está en juego no es ni siquiera la existencia o no de un partido político, sino la existencia del sistema mismo, la definición del grado de intervención del ciudadano en las decisiones políticas, la nueva configuración de las responsabilidades políticas, su rol social, las nuevas tecnologías, la justicia, los impuestos, la forma de comunicarnos, incluso, la vertebración actual del Estado. (Desafío soberanista, integración política en Europa, regionalización, etc)
A veces, se tiende a pensar que la sociedad es un ente sin
capacidad de juicio y quizás, lo que habría que pensar es que la sociedad es un
ente que juzga a los que se creen con capacidad de juicio.
Futuro¿Qué puede pasar? ¿A qué nos enfrentamos?
En mi opinión nos
enfrentamos a:
Reacción por parte del poder mediante la utilización de
estrategias que amedrenten a la población y generen desconcierto.
Objetivo: búsqueda del voto “cautivo”
con la finalidad de mantener el “status” actual.
Aumento de los fenómenos “anti-sistema” en los que se pueden
englobar a cualquier ciudadano que “vaya” en contra de lo establecido.
Manifestación: se puede presentar
como movimientos sociales a hechos concretos, o hechos concretos motivados por
los movimientos sociales.
Ratificación de los resultados electorales en las próximas
elecciones municipales y autonómicas.
Proyección: de cara la
distribución global de votantes preveo una ratificación a los resultados
obtenidos en las pasadas elecciones europeas. Con una mayor participación, pero
con una distribución del voto muy similar.
Lo que denomino “ensayo” de ingobernabilidad. En el que
posiblemente no se lleguen a pactos estables entre las distintas fuerzas
políticas.
Resultado: ó bien se produce un
gobierno de concentración (donde se ponga la “estaca” definitiva al
bipartidismo) ó bien entramos en un clima de crispación social en el que una
opción “populista” llegue a gobernar los destinos del país.
Finalmente, y sobre el desafío soberanista, la verdad es que
los escenarios que se pueden plantear no son, ni mucho menos, fáciles e
independientes de lo que hemos venido comentando a lo largo de todo este
artículo.Dependerá, en mi opinión, del grado de “miedo” que se tenga en las esferas del poder en relación con el cambio que se está gestando en el corazón de nuestra sociedad. En función del peso e influencia de las variables en liza así discurrirá la crisis soberanista en Cataluña.
Por tanto, leer la constitución no es baladí, pero por
favor, pongan atención a la “letra pequeña”.